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49.Arthur_Daraujo

Fragmento de Las aventuras de la China Iron

Primero luchaban hombres, perros, caballos y terneros huyéndole a lo que asfixia, a lo que chupa, a lo fuerte del agua que nos mata. Unas horas después ya no había guerra, era larga y era ancha la manada, cimarrón como el río mismo ese ganado ya perdido, arrastrado más que arriado, dando vueltas carnero los carneros y todo lo demás; las patas para arriba, para adelante, para abajo, para atrás, como trompos con eje horizontal; avanzaban veloces y apretados, entraban vivos y salían kilogramos de carne putrefacta. Era un cauce de vacas en veloz caída horizontal: así caen los ríos en mi tierra, con una velocidad que a la vez es un ahondarse, y así vuelvo al polvo que todo lo opacaba del principio y al fulgor del cachorro que vi como si nunca hubiera visto otro y como si no hubiera visto nunca las vacas nadadoras, ni sus cueros relumbrantes, ni toda la llanura echando luz como una piedra mojada al sol del mediodía.

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